¿Es buena la adaptación de Cien años de soledad?
Dua Lipa tiene un podcast de literatura, Lizandro Samuel habla del auge de la no ficción y Oscar Dávila Aponte escribe sobre faldas e infidelidades
La adaptación de un libro a una serie o película es un proceso complejo que implica trasladar una obra de un medio a otro, conservando su esencia y, al mismo tiempo, aprovechando las posibilidades que ofrece el nuevo formato. No se trata de copiar la historia, sino de reinterpretarla y darle vida en la pantalla, captando la atención de una audiencia que puede no haber leído la obra original.
Una buena adaptación, ante todo, comprende y respeta el alma del libro. Es decir, los elementos clave que la definen: la trama principal, los personajes, el conflicto central y el desarrollo de la historia.
Más allá de la trama, es crucial mantener la esencia de los personajes. Un buen ejemplo es la adaptación de El Señor de los Anillos, donde los personajes, a pesar de algunas modificaciones, conservan la complejidad y profundidad que les otorgó Tolkien en sus libros.
En una adaptación se deben aprovechar las herramientas del lenguaje cinematográfico para enriquecer la historia. La música, la fotografía, el montaje y los efectos visuales pueden generar emociones y construir un mundo visual que complemente la narrativa. En la adaptación de Blade Runner, por ejemplo, la estética visual futurista y la banda sonora de Vangelis contribuyeron a crear una atmósfera que trascendió la novela original.
También es necesario darle al director y al guionista la libertad de reinterpretar la obra original y adaptarla al nuevo formato. Un ejemplo notable es la adaptación de The Handmaid's Tale, que, si bien mantiene la esencia de la novela de Margaret Atwood, expande la historia y profundiza en los personajes, creando una narrativa aún más impactante, aunque -hay que decirlo- se les salió de las manos hace dos temporadas.
Otro aspecto importante es la conexión con la audiencia. La serie Game of Thrones, basada en las novelas de George R. R. Martin, es un ejemplo de cómo una adaptación puede cautivar a una audiencia masiva, incluso a la que no estaba familiarizada con la obra original.
La adaptación es un proceso subjetivo. Lo que para algunos puede ser una buena adaptación, para otros puede no serlo. La clave está en que la obra final sea coherente, respetuosa y que logre transmitir la esencia de la historia.
¿Es buena la adaptación de Cien años de soledad? En resumen, sí.
Dua Lipa tiene un podcast de literatura y un book club
No es joda. Aquí Dua conversa con Olga Tokarczuk, escritora y ensayista polaca. Ganadora del Premio Literario Nike de literatura polaca y del Premio Nobel de Literatura 2018.
Obras publicadas:
La ciudad en los espejos (Miasto w lustrach) (1989) - poemario.
El viaje de los hombres del Libro (Podróż ludzi Księgi) (1993).
Un lugar llamado Antaño (Prawiek i inne czasy) (1996).
El ropero (Szafa) (1997).
Casa diurna, casa nocturna (Dom dzienny, dom nocny) (1998).
La muñeca y la perla (Lalka i perła) (2000).
Concierto de varios tambores (Grę na wielu bębenkach) (2001).
Historias últimas (Ostatnie historie) (2004).
Anna In en los sepulcros del mundo (Anna In w grobowcach świata) (2006).
Los errantes (Bieguni) (2007)
Sobre los huesos de los muertos (Prowadź swój pług przez kości umarłych) (2009).
El momento del oso (Moment niedźwiedzia) (2012), ensayos precedidos de un prólogo de Kinga Dunin.
Los libros de Jacob (Księgi Jakubowe) (2014), novela histórica
El alma perdida (Zgubiona dusza) (2017).
Relatos bizarros (Opowiadania bizarne) (2018). Cracovia, Editorial Literaria.
Tierno narrador (Czuły narrator) (2020).
Tierra de empusas (Empuzjon) (2022).
Auge de la no ficción
En una entrevista con la periodista venezolana Maritza Jiménez, Lizandro Samuel habló del auge de la literatura de no ficción en lo que va de siglo XXI, su libro El triunfo de los coyotes y de la nueva unidad editorial de Círculo Amarillo.
Lee la entrevista completa aquí
El arte cambia las cosas de otra forma, no de manera tan concreta e inmediata, pensó cuando tiraba al cesto de la basura un pañuelo lleno de la última de sus desilusiones: la que la llevó a graduarse de artista.
Del libro El triunfo de los coyotes, de Lizandro Samuel.
Sin rogar besos a ninguna falda
Por Oscar Dávila Aponte
Betty está harta de tanto cacho. Santiago, el novio que tiene desde hace un año, le es infiel desde hace unos meses con Sofía, con Romina, y con cualquier torso que tenga falda. Pero Betty –la intelectual, la chica que ha viajado por el mundo, la que lee todo lo leíble, la virtuosa madre de un adolescente– no siente nada de rabia, y tampoco hace los arrebatos típicos de las mujeres que transitan la cuarta década ante la desidia en los acuerdos de exclusividad afectiva; más bien lo que le invade el pecho es dolor, esa opresión que la hace llorar en silencio en su apartamento, que la hace sentirse fea, lúgubre y, por supuesto, mal querida.
Sofía en cambio –la bonita, la de los perfumes caros y ropa de colores estridentes– se ve feliz. Siente que ha encontrado en Santiago a un tremendo tipo, elocuente, académico y muy buen amante; y aunque no sabe que es mujeriego y que ya tiene una novia, desde hace tiempo se ve con él, ensayando formas en las que pueda dar relieve a esa relación en su mundo. Antes no había querido que la asociaran sentimentalmente con otra persona porque se estaba divorciando, pero ahora siente ganas de exteriorizarlo; quiere decir que está enamorada y que puede volver a hacer una vida en pareja, aunque padezca ceguera afectiva frente a la maraña pasional de la que, sin saber, ya forma parte.
Santiago se siente en la cima del mundo. Y aun cuando tiene dos hijas, una abuela viva y una hermana que lo quieren, nunca antes había sido tan idolatrado por mujeres tan hermosas.
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