¿Cómo aprendió a contar una historia Alice Munro?
Taller de gestión cultural independiente, Cannes 2024, antología de siete nuevos narradores venezolanos, "Los amores cobardes no llegan ni a amores ni a historias" y la 1° Feria de Editoriales
Falleció Alice Munro, conocida como la “Chéjov canadiense”. En 2013 recibió el Premio Nobel de Literatura por su maestría en el arte del relato. Te compartimos un fragmento de “Alice Munro en sus propias palabras”, entrevista incluida en el libro Todo queda en casa:
Díganos: ¿cómo aprendió a contar una historia, y a escribirla?
Yo inventaba historias constantemente; el camino de casa a la escuela era largo, y por regla general durante ese trayecto inventaba historias. Conforme fui creciendo los cuentos versaban cada vez más sobre mí misma, era como una heroína en una u otra situación; no me molestaba que los cuentos no se publicaran enseguida y no sé si pensaba siquiera en que otras personas los conocieran o los leyeran. Lo importante era la propia historia, generalmente una historia muy satisfactoria desde mi punto de vista, teniendo en mente la valentía de la sirenita, que ella era inteligente, que era capaz de hacer un mundo mejor, porque actuaba y tenía poderes mágicos y habilidades por el estilo.
¿Era importante que la historia se contara desde la perspectiva de una mujer?
No creía que eso fuera importante, pero tampoco pensaba nunca en mí misma como en algo que no fuera una mujer, y hubo muchas buenas historias sobre niñas y mujeres. Quizá al llegar a la adolescencia el asunto tenía más que ver con ayudar al hombre a satisfacer sus necesidades, etcétera, pero de niña yo no tenía absolutamente ningún sentimiento de inferioridad por ser mujer. Y es posible que eso se debiera al hecho de haber vivido en una parte de Ontario donde eran sobre todo las mujeres las que leían, las que contaban la mayoría de las historias, mientras los hombres estaban fuera haciendo cosas importantes; ellos no se dedicaban a las historias. De modo que me sentía como en casa.
¿Qué es lo importante para usted cuando cuenta una historia?
Bueno, en aquellos primeros días lo importante era, sin duda, el final feliz, pues yo no toleraba finales infelices para mis heroínas. Más adelante empecé a leer obras como Cumbres borrascosas, y había finales muy, muy infelices, de modo que cambié mis ideas por completo y opté por lo trágico, y me gustó.
¿Qué puede haber tan interesante en la descripción de la vida provinciana canadiense?
Hay que estar allí. Pienso que cualquier vida puede ser interesante, cualquier entorno puede ser interesante. Creo que no habría sido tan osada si hubiera vivido en una ciudad, compitiendo con personas con lo que puede denominarse un nivel cultural, en general, más alto. Yo no tuve que enfrentarme a eso. Era la única persona que conocía que escribía cuentos, aunque no se los contara a nadie, y hasta donde sabía, al menos durante un tiempo, la única persona capaz de hacerlo en el mundo.
¿Siempre ha tenido esa seguridad en su escritura?
La tuve durante mucho tiempo, pero me volví muy insegura cuando crecí y conocí a otras personas que también escribían. Entonces me di cuenta de que el trabajo era un poco más difícil de lo que creía. Pero nunca me rendí, aquello era mi vida.
Cuando empieza un cuento, ¿tiene siempre desarrollado el argumento?
Sí, pero luego a menudo cambia. Empiezo con un argumento y trabajo en él, y luego veo que sigue otro camino y que pasan cosas mientras escribo, pero tengo que empezar con una idea bastante clara de por dónde va la historia.
¿Hasta qué punto le absorbe la historia cuando está escribiendo?
¡Ah, por completo! Pero siempre daba de comer yo a mis hijos, ¿eh? Yo era un ama de casa, de modo que aprendí a escribir en los ratos libres, y creo que nunca lo dejé, aunque hubo momentos en que me sentí muy desalentada, porque empecé a ver que los cuentos que escribía no eran muy buenos, que tenía mucho que aprender y que era un trabajo muchísimo más difícil de lo que yo esperaba. Pero no me detuve, no creo que lo haya hecho nunca.
¿Qué parte es la más difícil cuando quiere contar una historia?
Creo que probablemente cuando terminas la historia y te das cuenta de lo mala que es. Ya sabe: la primera parte, entusiasmo; la segunda, ¡bastante bueno!; pero luego te levantas una mañana y piensas “Qué disparate”, y es entonces cuando realmente tienes que ponerte a trabajar en ello. A mí siempre me parecía que eso era lo que tenía que hacer: si la historia no funcionaba era culpa mía, no de la historia.
Pero ¿cómo le da la vuelta a la historia si no se siente satisfecha?
Trabajando duro. Intento pensar en un modo mejor de contarla. Tienes personajes a los que no has dado una oportunidad, y tienes que pensar en ellos o hacer algo completamente distinto con ellos. En mis primeros días era propensa a utilizar una prosa muy florida, y poco a poco aprendí a eliminar muchas cosas. Solo hay que seguir pensando en ello y averiguar cada vez más de qué iba la historia, al principio creías que la habías entendido, pero en realidad tenías mucho más que aprender de ella.
Todo queda en casa. Cuentos escogidos (2014)
¿Quién te crees que eres? (2019)
La vida de las mujeres (2011)
Las lunas de Júpiter (1990)
Puedes leer el cuento aquí
Algo que quería contarte (2021)
Nuevo taller
En este taller se explorarán las dinámicas y desafíos de la gestión cultural independiente, la cual ha experimentado diversos cambios en función de las nuevas tecnologías y de las variaciones de la economía. Se enseñarán estrategias para navegar en un entorno que requiere tanto creatividad como agilidad y practicidad.
El taller irá enfocado principalmente en la literatura, la música y las artes visuales. Además, se responderán todas las dudas que puedan surgir sobre cuatro temas que suelen despertar inquietudes:
Herramientas para la planificación y ejecución de proyectos.
Técnicas para la captación de recursos y financiamiento.
Estrategias de promoción.
Alianzas
Está dirigido a artistas, gestores culturales, productores, y cualquier persona interesada en el mundo de la cultura y las artes que desee adquirir conocimientos prácticos sobre cómo gestionar proyectos culturales de manera efectiva y autónoma.
Cannes 2024
El 77º Festival de Cine de Cannes comenzó la semana pasada con 22 películas compitiendo por el máximo galardón del festival, la Palma de Oro. Greta Gerwig lidera el jurado de la competición, siendo la primera mujer directora estadounidense en hacerlo, y será quien otorgue el premio al final del festival el 25 de mayo.
Lista completa de las películas que participan aquí.
Los novísimos
¿Quieres leer gratis a siete nuevos narradores venezolanos? Gracias a Twitter/X, puedes descargar esta antología de cuentos conformada por:
La generación perdida - Leonardo Mendoza Rivero
El oficio de la perseverancia - Sofía N. Avendaño
A la mitad de un grito - Pamela Rahn Sánchez
La ubicuidad de los chivos - Ysaías Lucas Núñez
El devorador - Andrea Leal
La abuela y yo - Alejandro Coita Sánchez
Náufragos - Gabriela Vignati
Ystoria - José Miguel Mota Mendoza
Miran - Paola Alzuru
Los amores cobardes no llegan ni a amores ni a historias
Por Alicia Chávez
Cuando conocí a Alfonso mi disco preferido de los Beatles era Magical Mistery Tour y mi canción Your mother should know porque me gustaba mucho más la voz de Paul que la del resto del grupo. Para ese entonces, Alfonso no tenía un disco preferido, pero le gustaban todas las canciones de George Harrison. Era más fan de John Lennon, pero decía que recién había descubierto que George era mejor músico. Cursábamos cuarto año de secundaria y, aunque yo tenía mi grupo de amigas, tenía más cosas en común con Alfonso que con cualquier muchacha de dieciséis.
Vivíamos en Maracaibo, una pequeña ciudad que por petrolera pintaba como la segunda más importante de Venezuela, popular por su lago y un sol muy intenso que condenaba a sus habitantes a padecer un verano sin final. Alfonso y yo éramos vecinos y compartíamos el mismo transporte hasta el colegio que quedaba cerca de una de las orillas del lago. Cuando la humedad apretaba él se las arreglaba para conseguir un aventón y fugarnos de clases; como el edificio estaba muy alejado de la autopista salir a pie no era opción. Mientras todos estaban entretenidos en el segundo recreo, yo le lanzaba nuestros morrales por la ventana de atrás y cuando era el momento de subir a los salones me escabullía al estacionamiento de primaria, donde esperábamos al lado del carro o camioneta de algún mensajero o repartidor oportuno que nos sacaría del colegio. Terminábamos en mi casa jugando Mario Bros 3 en el aire acondicionado. Cuando estudiábamos en grupo él coqueteaba con mis amigas que eran más delgadas que yo. Lo hacía desde una auténtica seguridad que no había visto en otros muchachos de mi edad, sobre todo porque nos hacía reír. Si no había trabajos en grupo él pedía venir a mi casa a hacer las tareas juntos y yo le compartía mis apuntes. Su papá le había prometido que si se graduaba con buen promedio podría irse a vivir con él a Caracas. Por eso se la pasaba en mi casa casi todos los días. Me sorprendía que mi mamá se sintiera cómoda con él, tenía el pelo largo y fumaba. Un día Alfonso me preguntó si podía almorzar en mi casa, “mi mamá se fue de viaje y mi hermano se gastó la plata de la comida”.
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